jueves, marzo 08, 2007

ORGULLO CHILANGO
La Belleza Callejera - o - La Acera del Frente
Mientras que las capitales de Europa sufren vejez, la renovación acelerada de las generaciones amenaza amnesia a la Ciudad de México. Su peatón, personaje con altísima frecuencia desafiado por la muchedumbre y los espejismos de la modernidad, asegura que hay días en que hay que mirarse los pies para no perder la cabeza.
A la mitad del siglo pasado la Ciudad de México, según el régimen de Miguel Aleman, accedió a los terrenos de la modernidad. Para comprobarlo, estaba desde luego el automóvil y todo lo que se desplegó a partir de su presencia. Las Lomas de Chapultepec, ideadas por el arquitecto Rivas Mercado y sus tres colonias, tienen un sello en común: la abolición del transeúnte. ¿Para qué usar las piernas si todo puede ser y hacerse a bordo de unidades motoras en limpias calles dotadas de aceras casi ficticias que separan mansiones de los arroyos vehiculares? Aquellas colonias quedarán probablemente en la historia mexicana como reflejos de utopías, simulacros del fin de la historia que en la realidad fue sólo el reciclaje de supremacías injustas. Sólo la tontería de algunos que quieren hacer patria mexicana eliminándose a ellos mismos, por culpa de un centralismo que ha hecho de ellos víctima, por suerte, no ha su mayoría.
El chilango verdadero aún permanece, las colonias San Ángel, Mixcoac, Xochimilco, Coyoacán han logrado salvarse de las arremetidas de la modernidad. Caminar por esos lados es sentir al chilangismo vivir: lanzado, audaz, valeroso, animoso y desvergonzado. Es un viaje a los orígenes. Mientras para el (adinerado) y sus hipócritas semejantes, vivir allí ha sido un agobio, para el chilango vivir en la Ciudad de México -aún en sus tragedias- ha sido una forma de ser feliz y de ser bueno, de ser juglar y sacerdote y por eso se ha podido apropiar de México. Por eso tiene algo de Orfeo y los misterios de la ciudad. Una forma de hacer patria renovando hacia el futuro y haciendo visible los pactos que traman el fondo compartido del híbrido laberinto nacional. Es una herencia que desvive en ellos, porque la han olvidado, sin olvidarse de ella.
Con todo, no hay duda de que pasarían muchos años para que el peatón de Ciudad de México fuera desplazado o severamente amenazado en la escena urbana.
Distrito Federal, México
por A.S.